LA TRANSVERSAL DE ÉTICA EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR BOLIVIANA Y LATINOAMERICANA

LA TRANSVERSAL DE ÉTICA EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR BOLIVIANA Y LATINOAMERICANA

Pablo Aranda Manrique

1. INTRODUCCIÓN

Es necesaria una reflexión acerca de lo que sucede en la Universidad Boliviana que debe formar profesionales que contribuyan a su desarrollo y valorar la distancia que existe en el tratamiento del tema en la Universidad Latinoamericana. Pretende hacer de la definición de ética como una manera moral de actuar con principios de la conducta humana, en un contexto propio.

Entender la pertinencia con la que se cumple, se hace difícil, ya que en este momento apenas se hace algunos cambios formales en cuanto a contenidos y actualización de programas y al hacer nuevos diseños curriculares se maquilla la educación superior con tinte de modernidad, en un mundo globalizado con una carrera hacia el dominio de la información.

Se destaca el rol del maestro que es muy remarcado, en cuanto éste busca la verdadera educación integral de su estudiante. El rol del catedrático es de hacer un profesional crítico e innovador con pertinencia ética de nuestra realidad.

2. LA EMERGENCIA DE ESTABLECER UN NUEVO PARADIGMA

La Universidad Boliviana ha entrado en un proceso de consolidación a partir del mandato de Universidades Públicas que no solo literalmente hace de su misión visión un discurso “para el pueblo” o “comprometida con su realidad”, históricamente la Universidad pública desde la colonia y la república ha mantenido un afán de formar caudillos con una retórica propia de siglos pasados, sin contextualizar que el avance del mundo para una conquista social, una reivindicación del hombre boliviano, requiere una apropiación de la tecnología y por ende de la ciencia. Esta actitud hará de la educación superior un nuevo paradigma.

En la actualidad, los escenarios en que operan las universidades ha cambiado y ello obliga a que ellas redefinan su tarea frente al valor económico del conocimiento, frente a la sociedad en que operan y con relación a sus compromisos con la persona del estudiante en materia de formación.

2.1. La sociedad del conocimiento un reto para la Universidad

La nueva sociedad está en un rápido cambio hacia el dominio de la información y del conocimiento, el mundo de la globalización implica más que todo para países como el nuestro un nuevo rostro: el de las TICs.

El de las nuevas tecnologías de comunicación en un mundo de aprendizaje que posiblemente la Universidad boliviana aún no ha enfrentado, al ser este proceso muy complejo y delicado.

La diferencia de posibilidades con las que los estudiantes a las Universidades bolivianas son muy heterogéneos, existen algunos estudiantes que aún no poseen acceso a una computadora propia y en algún caso debido al alto costo del alquiler de las mismas imposibilita su desarrollo.

La presencia de la Educación Virtual o simplemente el apoyo didáctico del Internet. Es un nuevo paradigma que hace que las universidades se vean obligadas a:

a) Cambiar sus políticas de formación del talento humano para responder a las necesidades de nuevos mercados, profesiones y carreras.

b) Pensar de manera diferente las relaciones con instituciones no académicas, como los gobiernos y los centros externos de producción del conocimiento.

c) Cumplir con nuevas funciones y asumir su liderazgo en la tarea de producir más y ayudar a posicionar los países en el escenario de la economía global.

d) Replantear y rediseñar los canales de formación a la luz de las posibilidades que abren las nuevas tecnologías de información.

e) Producir una revolución en los contenidos y metodologías de la docencia de las disciplinas, en razón de la velocidad con que éstas evolucionan.

Como lo señala José Joaquín Brunner: el peso de América Latina en el mundo, si se mira a través de varios indicadores de valor agregado sobre el porcentaje total mundial y a una escala logarítmica, en aspectos referentes al conocimiento es la siguiente: usuarios de Internet 4%; exportaciones de alta tecnología 3.3%; artículos científicos y técnicos 1.97%, y gastos en investigación y desarrollo 1.83%.4 Quizá, tenga que ver esta situación con la imposibilidad que tienen las universidades para tener un proyecto intelectual en el cual se inscriba como tarea el aporte que pueden dar al desarrollo de cada país. Las debilidades parecen estar, con marcadas diferencias entre los países, en los aspectos siguientes: en el número de profesionales y técnicos que se deben formar; en la formación de futuros científicos e ingenieros que se ocuparán del desarrollo científico y tecnológico; en la generación de diagnósticos compatibles con las nuevas coordenadas económicas, sociales, políticas, intelectuales e ideológicas del mundo contemporáneo; y en la formación de élites tanto en el sector público como en el privado. (1)

El atraso de los países de la región es claramente observable en América Latina que se ubica en el sector más alto en la carencia de la aplicación de las Nuevas Tecnologías de información y comunicación. Mucho más en nuestro país que no tiene acceso a estas nuevas tecnologías por la pobreza, las instituciones son conscientes de que hay cambios necesarios pero no aciertan, en muchos casos, a encontrar estrategias para hacerlos de modo que comprometan corporativamente a sus organizaciones, por esto es que las universidades tienen ahora un papel estratégico en el desarrollo económico de sus países a la vez que una limitación para generar articulaciones innovadoras con los sectores externos.

A su vez, el conocimiento se produce en diversos centros de naturaleza pública y privada y se hace de un modo diferente a como la universidad tradicional venía acostumbrada. En el presente, la solución de los problemas no se hace en el marco de los intereses académicos, de un investigador aislado, o en forma auto-referencial a un grupo (paradigma específico). El conocimiento científico se lleva a cabo en un contexto de aplicación, en el que predomina cada vez más la oferta y la demanda y los intereses de los financiadores.

La ciencia se torna cada vez más útil para alguien. La interdisciplinariedad como la transdisciplinariedad domina cada vez más la cultura de los grupos de investigación.

(1) Brunner, J.J. Aseguramiento de la calidad y nuevas demandas sobre la educación superior en América Latina. S. de Chile. 2002

2.2 La Universidad en contacto con su realidad social

La manera tradicional de definir las relaciones entre la universidad y la sociedad está variando muy rápidamente por varias razones: a) la pérdida de identidad del sistema educativo frente a las nuevas demandas; b) la expansión cuantitativa de la matrícula a expensas de la calidad y la eficiencia; c) la crisis de la estructura de relaciones entre el Estado y los Sistemas de Educación; d) la carencia de mecanismos de regulación y conducción eficientes; y finalmente e) el rezago en materia de producción de nuevo conocimiento por parte de las instituciones de educación superior (2)

a) Las tendencias de la demanda. Entre 1990 y 1997 los estudiantes de secundaria aumentaron en la región de modo significativo, pasando de 22 millones a 29.2 a finales de la década; a su vez, en el nivel terciario se pasó de 7.3 millones a 9.4 millones para el año 2000.

Este crecimiento estuvo relacionado en buena parte a proyectos políticos que apoyaban procesos de democratización educativa; estrategias que a su vez se asociaban a estilos de desarrollo y concepciones que propugnaban por una capacitación del recurso humano requerido para el desarrollo de los países.

A su vez, se han producido mejoramientos significativos en el nivel previo al terciario en razón de políticas introducidas en los últimos años en materia de calidad y se ha incrementado el reconocimiento del valor de la formación universitaria como medio para incorporarse a los mercados laborales.

De otra parte, han surgido nuevos grupos de interés en la formación de tercer nivel en virtud de las nuevas demandas en materia de mercados laborales y de la evolución de las profesiones. La educación permanente y a lo largo de toda la vida genera, a su vez, nuevas demandas y más diferenciadas hacia las instituciones de educación superior.

Todo hace pensar, en consecuencia, que en la próxima década la población total crecerá pasando de 508 millones a 566 millones para el año 2010 y a 643 millones en el año 2020; sobre todo en el grupo etario mayor de 35; lo cual puede significar que la demanda de educación superior será mayor por este grupo.

(2) Villaseñor, Guillermo. La Identidad en la Educación Superior en México. UNAM-CESU México. 1997

A su vez, se prevé que la tasa de retorno privado de la formación universitaria, continuará por varios años.

Será, entonces, necesario tener en el horizonte de las preocupaciones varias situaciones: a) una buena parte de la demanda estará compuesta por personas con un capital cultural y escolar por debajo del promedio; b) será necesario atender una demanda latente por programas vocacionales de naturaleza técnica y tecnológica; c) cada vez será más fuerte el choque entre el modelo tradicional de universidad con sus estructuras rígidas, auto-referencial y una concepción del saber como actividad “desinteresada” frente a las urgencias sociales, y un modelo abierto, flexible, situado a su “idea” originaria; d) el modelo tradicional tiene inconvenientes adicionales de la mayor importancia: la orientación de la oferta académica hacia las carreras tradicionales y de 5 años de duración en promedio son más costosas y que exigen perfiles diferentes; e) la oferta masiva de educación superior pondrá sobre la mesa de discusiones con mayor urgencia el tema del financiamiento, lo que puede obligar a los países a tomar soluciones; f) la masificación de la demanda conducirá necesariamente a introducir políticas de mejoramiento de la calidad del servicio introduciendo sistemas de control, evaluación y acreditación institucional g) la eficiencia se volverá un tema central en la discusión internacional y regional.

b) Nuevas demandas de la sociedad civil. Es muy importante tener en cuenta que en la mayoría de los países está cambiando la demanda de la sociedad civil hacia la universidad. Esta sociedad está integrada por intereses corporativos organizados de la sociedad, expresados a través de diversos grupos: gremios, comunidades, padres, estudiantes, egresados, ONG´s. Cada vez poseen formas de organización más diferenciadas con intereses específicos y conscientes de la importancia que tiene la educación superior para el logro de sus intereses propios.

La sociedad de hoy, como la universidad, es cada vez más consciente de que tenemos en la región un Estado precario; cada vez más pequeña y que va perdiendo de modo creciente, fuerza moral y política. Su papel de vigía y su capacidad para generar igualdad de oportunidades sociales y culturales que impulsen la paz, la estabilidad y el bienestar de todos los ciudadanos son cada vez más débiles.

Pero a la vez, son conscientes de que necesitamos un sistema democrático genuino y abrir espacios para que la sociedad pueda avizorar y contribuir a construir un futuro menos dispar y más esperanzador. Necesitamos más fuerza, más talento y más imaginación para encontrar las soluciones. Y por ello mismo, es urgente crear condiciones para que estos elementos se consoliden en la conciencia de cada individuo.

c) La equidad en materia de educación superior. Al hablar de equidad social estamos haciendo referencia en el nuevo discurso sobre la educación superior a una política de Estado que asume la preocupación por “la formación común de las mismas competencias y conocimiento considerados básicos para el mejor aprovechamiento futuro de nuevas oportunidades compensatorias o remediables para quienes las necesitan; así como la promoción de innovaciones curriculares, pedagógicas y administrativas orientadas a mejorar las oportunidades de logro escolar a sectores con aprestamiento educativo deficiente”.

Así entendido el término se opone a la concepción tradicional de la misma, entendida como “medio de selección de élites” que se expresa en la urgencia de ampliar cobertura, bajo el presupuesto de ofrecer a quienes tienen el talento requerido el que accedan a la meritocracia de la formación universitaria.

La equidad en materia de educación superior posee un amplio potencial de cambio social en la medida en que coloque en el centro de la política el problema del acceso porque obligaría a adelantar acciones en diversas focos, hoy inadvertidos en muchos países: a) en repensar las políticas de ingreso de los estudiantes al sistema; b) en los criterios de selección; c) en la distribución regional de la oferta; d) en la diversificación de modalidades educativas

En la medida en que no se garantice el acceso a la Educación Superior (y no sólo a la básica obligatoria) y que quienes están en las universidades públicas no sean los más pobres (como lo demuestran los estudios para algunos países), la democracia es formal y, por lo tanto, el aporte de las instituciones de educación superior para generar igualdad se ve comprometido. Por el contrario, favorecería que su acción se conciba bajo la óptica de una meritocracia de la inteligencia que termina asumiendo la “formación universitaria” como ideal de formación humana, en desmedro de otras modalidades (técnica y tecnológica) y desconociendo que el talento tiene una base social.

Cada vez es más claro que las capacidades innatas diferenciales no pueden ser fuente de desigualdad. La sociedad debe recompensar el mérito individual y no la herencia. Hay que buscar la aristocracia basada en el mérito y ésta debe crearse con base en la intervención del Estado, como garante del bien común. La igualdad de oportunidades es la base de la igualdad política y también ante la Ley.

En esta dirección las prioridades están puestas en: a) colocar la equidad social como principio de la política en materia de educación superior; b) diversificar la oferta educativa geográficamente (programas, modalidades, instituciones); c) ampliar la base social del sistema educativo de tercer nivel; d) identificar mecanismos de articulación con los niveles previos al universitario; y e) políticas agresivas en materia de financiamiento para los individuos de menores ingresos.

d) La pertinencia. La mayoría de los trabajadores en América Latina y el Caribe aprenden a trabajar por fuera de las instituciones ideadas para ello. La información al respecto nos dice que en la región apenas uno de cuatro o cinco jóvenes reciben educación laboral específica; el 18% cursa estudios postsecundarios, el 2% o 3% es atendido por las instituciones de educación.

Muchas instituciones hacen esfuerzos por ampliar cobertura, por satisfacer las diferentes demandas, pero los resultados no son aún evidentes. Parecería, según lo señala el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, que los resultados no se ven y que las instituciones tienen un perfil caracterizado de la manera siguiente: “siguen siendo instituciones formales de gran tamaño; con instalaciones, maquinarias y equipos costosos pero obsoletos; con sindicatos de tradición y poder, con la añoranza de la época dorada y sus altos costos unitarios; con contratos tácitos o menos tácitos con determinados usuarios del tiempo del proteccionismo, o con conglomerados emergentes”. (3)

En su conjunto, podemos observar que el mercado de la educación superior gira sobre el mercado estudiantil, tratando de atender diferentes sub-mercados, de la manera siguiente:

o El submercado privado de excelencia, compuesto por instituciones de renombre y con un desarrollo relativo mayor.

o El submercado público de excelencia, compuesto por instituciones, facultades o programas, cuya matrícula es gratuita o casi pero con grandes restricciones académicas de ingreso y en las cuales estudian estratos, no siempre de origen popular.

o El submercado público de masificación, que suele surgir en Estados que promueven el ingreso automático. Con frecuencia, atienden demanda, a costa de desmejoramiento de calidad.

(3) Gómez Buendía, H. y Otros. Educación. La Agenda del S XXI. PNUD/ TM Editores. Bogotá, 1998.

De esta manera, muchos afortunados pagan educación barata en instituciones públicas y muchos pobres pagan educación cara en instituciones de “absorción de demanda”. Pero como la calidad es una resultante que implica procesos académicos, docentes calificados, infraestructura y apoyos a la docencia y a la investigación.

Las instituciones piensan desde sí mismas, con relevante autonomía de las dinámicas de transformación de los mercados, de las profesiones y de las carreras. Este es uno de los rasgos más relevantes de la oferta educativa, más allá como “instituciones abiertas” sin que la pertinencia se asuma como una respuesta pasiva, o una actitud receptiva y una réplica mecánica a las demandas externas; si no, más bien, con gran fuerza proactiva respecto a las dinámicas de trasformación de la sociedad.

e) Presión creciente de los mercados. Hasta la década de los noventa no era tan relevante el fenómeno de la competencia entre las instituciones. Los gobiernos financiaban la educación oficial sin referencia a criterios para la asignación de los recursos y sin tener en cuenta indicadores de gestión para evaluar su desempeño. En la última década se comienza a pensar en mecanismos diferentes de financiamiento y se crean, así mismo, otros diversos para exigir el rendimiento de cuentas acerca de las condiciones internas de operación de las universidades. Surge el Estado evaluador legitimando una nueva forma de relación entre la educación superior y el Estado.

Sin mucha conciencia institucional, la universidad ha ido pasando de ser un mercado de oferta a otro fundamentalmente de demanda. Pero esta relación parecería que es pensada desde la perspectiva mercantilista de la oferta/demanda.

Hacia el futuro, el mercado estará inclinado por la demanda y los gobiernos estarán interesados en financiar más a ésta que a la primera. Sólo que con frecuencia un mercado orientado de esta manera conduce a que primen los intereses de corta visión; con un efecto negativo, sobretodo cuando la demanda no posee proyectos de largo plazo (4)

A modo de ejemplo, observemos el resultado de un estudio hecho para América Central sobre las futuras carreras universitarias de mayor interés para los empresarios.15 En su orden: Ingeniería de Sistemas (92.8 %); Administración de Recursos Humanos (85.7%);

(4) Doryan, E. Educación y competitividad en Centroamérica. Febrero, 1999 (Documento impreso).

Administración de empresas (81%); Ingeniería en manufactura (76.2%); Electrónica (76.2%); Ingeniería Industrial (73.9%); Turismo (73.9%); Agroindustria (71.4%); Ingeniería Mecánica (69.1%); Tecnología en Salud (69.1%); Electromecánica (66.7%); Ingeniería Agrícola (59.6%).

2.3 La preocupación por los valores como parte central de la ética.

En general, las universidades suelen declarar como algo propio su compromiso con la formación integral entendida como “aquella que contribuye a enriquecer el proceso de socialización del estudiante, que afina su intelecto y su sensibilidad mediante la adquisición de competencias intelectuales, artísticas, morales y que contribuye al desarrollo de su pensamiento crítico; todo ello para que el individuo sea cada vez más apto para insertarse con dignidad en el mundo del trabajo y para vivir en una sociedad movilizada por la justicia, la solidaridad y el respeto por la diferencia.” (5)

Pero más allá de las diferencias en materia de religión y confesión propias, hay elementos comunes de la mayor trascendencia y sobre los cuales pueden construirse sinergias a la hora de la acción. La razón puede ser de diferente orden.

a) Vigencia de la pregunta ética fundamental, a saber: ¿Por qué debe el hombre, como individuo, grupo, nación o religión, comportarse de modo humano? ¿Por qué tal comportamiento debe ser incondicional? Y ¿Por qué nos afecta esto a todos, sin exclusión de estrato social, clase o grupo?

Son preguntas que ponen sobre la escena la urgencia de una reflexión sobre el talante ético y sobre el comportamiento moral de las personas. Parecería que urge encontrar una respuesta positiva que contribuya a crear para el presente una actitud ética en las nuevas generaciones y en esta tarea la universidad tiene ventajas comparativas excepcionales.

b) La sociedad civil, cada vez más organizada en nuestra región, tiene conciencia de que la democracia no es posible sin la existencia de un consenso básico y construido de manera dinámica; debe ser propiciado por el Estado en el marco de un pluralismo de cosmovisiones que lo induce al respeto por la libertad y los derechos humanos, a la tolerancia de religiones, confesiones y filosofías. Cada vez es más obvia, la necesidad de contribuir a la construcción de una sociedad abierta y plural.

(5) Orozco Silva, Luis Enrique. La formación integral. Mito y realidad. Edit. Alfaomega. Bogotá, 1999.

El acuerdo hace referencia de una parte a un mínimo de valores, normas y actitudes básicas; lo cual requiere del diálogo sobre puntos precisos: voluntad común de resolver los conflictos sociales sin empleo de la fuerza. Y de otra parte, el respeto de la diferencia, de un orden y de unas leyes determinadas. (6)

c) Existencia de un respeto por la orientación ética fundamental de cada quien. Cada persona se encuentra ligada, tanto en su vida pública como en la privada a valores, normas, actitudes y orientaciones vitales en el marco de un contexto cultural y transcultural. En este complejo mundo, todos necesitamos aferrarnos a algo.

d) La ética es asunto público. Para el presente, la ética no es asunto privado; por ello la necesidad de darle una cierta institucionalidad, es decir concretarla en prácticas que trasciendan lo privado: cátedras, en campos específicos como biología, medicina, técnica y economía, código de negocios. Todas las acciones humanas involucran un contexto ético global. Sin talante ético mundial, no hay un orden mundial.

Todas estas consideraciones podrían posibilitar una reflexión crítica de las instituciones sobre sus condiciones internas de operación de frente a los nuevos escenarios y a la velocidad de los cambios en curso.

3. La ética en la Universidad es una obligación por el cambio del mundo

Es necesario comprender que sobre la humanidad se ciernen amenazas muy reales, son numerosos los lugares del globo en que la dignidad del ser humano sigue sufriendo los embates de la guerra y de la exclusión, una exclusión que afecta a los más vulnerables y a los más desfavorecidos.

Aumentan las desigualdades y la pobreza; se elevan los muros del apartheid urbano; se olvida la educación de las mujeres. Y a la violencia que el hombre impone al hombre se añade la que éste ejerce sobre la naturaleza, hipotecando así su propio porvenir.

La búsqueda del beneficio rápido y la falta de previsión han llevado a la explotación intensiva de los recursos naturales, a las catástrofes ecológicas, a la agravación de los problemas del agua y de la desertificación, a la contaminación en todas sus formas. ¿Quién nos garantiza que, en el futuro, los avances científicos y tecnológicos traigan consigo soluciones y no nuevos peligros?

(6) Orozco Silva, Luis Enrique. Ética y Educación Superior. Una relación frágil pero necesaria. Agenda para la modernización de la Educación Superior. ICFES. Bogotá, 1996.

El desarrollo de las biotecnologías y la posibilidad de que el hombre modifique su propio patrimonio genético ponen en entredicho la definición misma de lo humano, corremos el riesgo de ser sojuzgados por nuestros propios inventos, de ser prisioneros del laberinto que hemos creado, por falta de un enfoque ético y de una vigilancia incansable.

La preocupación por el futuro nos impone ese enfoque y esa vigilancia: no es posible que el porvenir quede en manos de fuerzas ciegas y dictados cínicos. El déficit ético me parece más grave, a largo plazo, que los presupuestarios.

Para no estar a merced de estos, para recuperar el control de nuestro propio porvenir, para escapar a la rutina y a la obsolescencia, hemos de rehabilitar la visión a largo plazo dirigiendo nuestra mirada lo más lejos posible a fin de prever los acontecimientos.

Sólo esta capacidad de anticipación podrá contrarrestar la incertidumbre del porvenir y habilitar algunos espacios para una acción en el presente. Pues de lo que se trata es de actuar: prever es combatir la apatía y la indiferencia, alertar las conciencias, abrir los ojos a los riesgos del mañana y reorientar, en caso necesario, las decisiones de hoy. Prever es la condición de una práctica eficaz.

4. La Universidad como espacio de aprendizaje ético

Para la Universidad boliviana resulta un verdadero reto formar profesionales cuyos valores respondan a una actuación profesional responsable y comprometida con la solución de los problemas de su entorno laboral, demostrando competencia en su desempeño y una actuación ciudadana digna de los más altos valores morales que distinguen nuestra sociedad.

5. CONCLUSIÓN

La ética en la Universidad boliviana y latinoamericana requiere una búsqueda de inserción en el mundo de la comunicación a través de las nuevas tecnologías de comunicación, que harán del estudiante un hombre y una mujer insertos en un campo laboral para beneficio de nuestro país.

La Universidad en Bolivia desde la ética, como conjunto de normas morales de la conducta humana debe ofertar un servicio educativo de nivel superior y entregar a sus profesionales aptos para la vida laboral, con comportamientos, principios o pautas de la conducta humana (felicidad y virtud) Modesto Larico Quispe

La diferencia de posibilidades con las que los estudiantes confrontan en las Universidades bolivianas son muy heterogéneos, existen algunos estudiantes que aún no poseen acceso a una computadora propia y debido al alto costo la misma imposibilita su desarrollo y dominio de la información y el conocimiento a través de las TICs. Modesto Larico Quispe

BIBLIOGRAFÍA

o Brunner, J.J. Aseguramiento de la calidad y nuevas demandas sobre la educación superior en América Latina. S. de Chile. 2002 (Doc. Impreso).

o Doryan, E. Educación y competitividad en Centroamérica. Febrero, 1999 (Documento impreso).

o Orozco Silva, Luis Enrique. Ética y Educación Superior. Una relación frágil pero necesaria. Agenda para la modernización de la Educación Superior. ICFES. Bogotá, 1996.

o Villaseñor, Guillermo. La Identidad en la Educación Superior en México. UNAM-CESU México. 1997

o Gómez Buendía, H. y Otros. Educación. La Agenda del S XXI. PNUD/ TM Editores. Bogotá, 1998.

o Orozco Silva, Luis Enrique. La formación integral. Mito y realidad. Edit. Alfaomega. Bogotá, 1999.

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Prof. Modesto Larico

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